Prueba del aceite para saber si tienes maleficio o mal de ojo
El mal de ojo es un maleficio que una persona causa en su víctima a través de la mirada y no necesariamente ha de ser provocado de una manera intencionada y surge por la envidia o el odio y el rencor que la persona que lo provoca siente por su víctima.
Los síntomas son casi iguales a los de una persona que ha sido trabajada con brujería pero cursan con menor intensidad.
Al comienzo la persona comienza a sentir malestar e intranquilidad, agotamiento mental acompañado en ocasiones de tristeza y mucha melancolía sin causa aparente. Estos síntomas suelen aparecer de manera súbita, sin causa que los justifique como ya os mencioné , anteriormente y a medida que va traspasando una a una las capas de energía áurica por su debilitamiento o fragilidad los síntomas van en aumento hasta que aparecen los primeros desórdenes mentales, quizás algún trastorno de tipo nervioso.
Estos síntomas no suelen ceder aunque el afectado vaya al médico y le dé una receta o medicación. En un inicio parecen calmarse pero a medida que el maleficio sigue su curso será precisa más medicación y los síntomas del afectado irán poco a poco en aumento en vez de disminuir.
Generalmente las relaciones sociales se van a ver afectadas, al igual que su vida familiar teniendo muchas peleas inexplicables y casi constantes sin motivos que las justifiquen realmente, teniendo tendencia a saltar a la mínima por cualquier cosa.
Incluso los amigos le darán la espalda, el ambiente laboral se verá perjudicado y hasta es posible que sucedan accidentes que no tienen fundamento, además de sentir ruidos en la casa , rotura de objetos o sentir olores extraños alrededor de la persona tales como el olor de la humedad, la podredumbre, el moho, huevos podridos etc.
También pueden aparecer fobias del tipo de claustrofobia o agorafobia que antes no tenían.
El afectado tiene trastornos de sueño, no descansa lo suficiente aun durmiendo muchas horas o incluso tener problemas para dormir y cuando lo hace verse acosado por las pesadillas.
También es posible tener rachas de mala suerte y síntomas físicos como vómitos y diarreas que no tienen explicación médica.
¿Cómo detectamos si tenemos mal de ojo?
Vas a necesitar:
- Aceite de oliva
- Un vaso o un plato blanco (se ven mejor las gotas de aceite) aunque también puede ser de cristal pero quizás necesites acercarlo a la vela para percibir mejor las gotas.
- De manera opcional se puede usar un mechón de cabello de la persona afectada
- Una vela
- Agua.
Enciende la velita, pon agua en el plato y con el dedo corazón a modo de pincel (o usando el cabello de la persona afectada como si fuera un pincel) debes sumergirlo en el aceite y posar en el vaso 3 gotas de aceite. Dejas pasar unos momentos para ver cómo se comporta el aceite sobre el agua.
Si las gotas están esparcidas, se disipan o se alejan entre si no hay mal de ojo.
Si las gotas tienden a irse al centro del plato pero están dispersas y no se unen entonces hablamos de negatividad que hemos absorbido de algún lugar o de personas plomo.
Si las gotas se unen en una sola gota y se quedan en el centro del plato entonces sin duda estamos comprobando que la persona tiene mal de ojo.
Si la gota de aceite que se queda en el centro se hunde o tiene forma de lágrima hundida entonces se trata de brujería y esta se ha llevado a cabo a través de un enterramiento.
Si alrededor de la gota aparecen burbujas y parece que el agua hierve entonces se ha llevado a cabo un trabajo de podredumbre o descomposición.
Si el agua se enturbia es síntoma de que a la persona afectada le han dado algún tipo de poción a beber.
Si el agua huele mal entonces se trata de un trabajo de cementerio.
Antes de quitar un maleficio hay que debilitarlo y para ello podemos usar baños rituales, inciensos y sahumerios y a veces se toman infusiones de determinadas hierbas para eliminar no solo el mal que se lleva fuera sino también el que se lleva dentro.
Con lo anteriormente mencionado si el maleficio no fuera demasiado fuerte o no lo realizó una persona experta podría desaparecer sin tener que realizar un ritual de rompimiento.