Es desde luego un método milenario y muy utilizado por los INCAS, que lo dieron a conocer. La práctica y enseñanza de su lectura es por vía familiar, por lo que existen muy pocas personas no procedentes del ande, que saben interpretar las hojas;
esos pocos han obtenido el conocimiento al contraer nupcias con un miembro de una familia que practique su lectura, por lo que podemos asegurar que no es necesario ser de origen indígena para conocer este método oracular, aunque hay que recalcar que son pocos los afortunados.
Existe un rito previo a la lectura: no son pocos los lectores de coca que prefieren que el consultante traiga sus propias hojas para hacer la consulta.
Las hojas son entonces previamente seleccionadas, descartando las más viejas o secas: este proceso es también una especie de purificación mental, tanto para el oficiante como para el interrogador.
Se acostumbra extender un tejido hecho a mano para servir de campo para la consulta; esta es preferentemente de color rojo.
En tiempos pasados, se acostumbraba utilizar un pedazo de un manto preinca: afortunadamente para el patrimonio nacional, esa costumbre ya está en vías de extinción.
La mayoría de los lectores de las hojas colocan a un lado del manto o campo de lectura, una imagen religiosa (generalmente una estampa de la Virgen de la Candelaria, representación para el mundo andino, de la Pachamama) y una campana.
El rito inicial consiste en pedir a la pachamama permiso para "leer la coca", con oraciones en quechua o aymara, tocar la campana hacia los cuatro puntos cardinales y con unas cuantas hojas de coca, ofrecerlas simbólicamente con la mano alzada, también a los cuatro puntos cardinales.
En algunos sitios aún persiste la costumbre de chacchar (masticar) hojas, tanto oficiante como consultante, antes de iniciar la consulta: si el sabor que tienen las hojas es "dulce", el ritual proseguirá; si en cambio se sienten "amargas", se recomienda no consultar a la coca.
Tras la primera consulta, el oficiante toma dos hojas grandes de coca, colocándolas a ambos extremos del campo: una mostrando su cara frontal y otra su anverso: siendo consideradas como una respuesta positiva y una negativa, respectivamente. Luego, toma un puñado de hojas y las deja caer sobre el manto: ahí se inicia la lectura.
Las hojas se interpretan de varias formas: a mayor cantidad de hojas mostrando su cara frontal (de verde intenso), la respuesta a la pregunta será positiva y negativa en el caso contrario; igualmente, la proximidad a las hojas grandes en los extremos, es interpretada de la misma forma.
El resto de la información es obtenida por las hojas en sí: sus formas, sus dobleces, sus muescas y tonalidad de color, son traducidas de tal forma en que se identifican como "puentes" ( símbolo de viades), personas (destacadas hasta en sus características físicas), trámites documentarios, terrenos, ganado, etc. Asimismo, se puede observar en ellas enfermedades y tratamientos a seguir; no puedo profundizar más las señales ya que, fiel a la tradición andina, debo mantener ese conocimiento sólo disponible para unos pocos.
De igual manera, el conjunto de hojas sobre el manto, forman figuras que son interpretados por el oficiante, utilizándose para conectarse por medio del inconsciente colectivo, con sus antepasados, logrando así información tal como fechas en meses, días y años, nombres y la descripción de lugares lejanos en el tiempo y el espacio, así como sucesos con el mínimo de detalles: esta cualidad más bien mora en el oficiante, pudiéndose encontrar en los países andinos, individuos capaces de obtener información realmente pasmosa, por medio de la planta sagrada de los incas.
Gemis Fanelli (Oban Yoko) realiza esta ya milenaria lectura espiritual a través de hojas secas ritualizadas y procedentes de Perú.